Un lector hizo notar en esta sección, un error de fechas en un artículo de Ángel Rupérez recientemente aparecido en este diario, acerca del lanzamiento de la bomba atómica, con motivo de la visita del autor al museo del horror de Hiroshima.
Debo reconocer que leí dicho artículo y no detecté el error, probablemente por lo que para mí tuvo de evocación.
Yo había estado en Hiroshima en el verano de 2005 y visitando el museo, se apodera de uno un tremendo desconcierto: ni una frase de censura, ni un solo calificativo hacia quienes la lanzaron. Parece que es la bomba la que es intrínsecamente mala, peor aún, tal y como está planteado el museo, se desprende incluso que el belicismo japonés se lo buscó.
No voy a citar ejemplos de museos de guerra y genocidios en donde se demoniza a los artífices de la tragedia. Yo sé, como profesora de historia, que esto sucede cuando la bomba la tiran los buenos, perdón, los ganadores. Pero aun sabiéndolo, no deja de escandalizarme.
Y como no tuve posibilidad de exteriorizar mi desconcierto, me resigné con escribir en el libro de visitas: "Pero ... ¿quién tiró la bomba?".
Si cuento todo esto, es para justificar que mis sentimientos y emociones hicieron que no reparase en la fecha y no detectase el error. Pero con error y todo considero que el artículo no deja de ser riguroso y veraz. No creo que el pasar por alto un cambio de fecha, suponga escepticismo, ni que éste sea el síntoma de nuestro tiempo.
Muy al contrario, lo es, el censurar y descalificar por la forma para anular el fondo, puesto, que, fechas aparte, el artículo me sigue pareciendo magistral.
Publicado en El Pais, lunes 2 de octubre 2006
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