Si no hubiese habido crisis, no habría habido fusión de las cajas y no le habríamos visto el plumero al presidente de Caixanova.
Al jubilarse o pasar a mejor vida, lloverían las alabanzas de becarios, periodistas y beneficiados elogiando su gesta, diciendo que Caixanova había sido su vida. Ahora sabemos que su vida era el cargo. Comienzan a aparecer las verdades desnudas.
Publicado en El País, 19 de mayo de 2010
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