Ahora el gobierno está dispuesto a tomar medidas impopulares para que la crisis, una vez más, la paguen los trabajadores; y la banca, con todos sus usos y abusos, salga "de rositas".
Para contrarrestar esto y demostrar que está con los débiles, apunta sus dardos a los controladores aéreos, el chivo expiatorio en este caso, y los presentan como los malos de la película. De ellos se puede hablar mal y decir lo que ganan; de la banca, sus salarios y sus atropellos, no, porque es antipatriota. No es casual esta identificación banca con Estado.
Vaya por delante que no conozco a ningún controlador, pero es muy fácil ora atacarlos a ellos, ora a los jueces haciendo pública alguna sentencia totalmente marciana. Pero silencio con los swaps y demás productos financieros, por llamarlos de algún modo, sospechosos hasta para el Defensor del Pueblo.
Como primero demonizaron a los controladores, ahora es muy fácil cuadrarlos a golpe de decreto ley: carnaza para el pueblo. Pero mañana puede ocurrir con los empleados de Renfe, y pasado con los de Justicia. Como decía el verso de Brecht: "Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde".
Publicado en La Voz de Galicia 7 de febrero de 2010
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