Leo en el suplemento "Mercados" de La Voz de Galicia, un artículo de Victoria Toro, en el que menciona un cuento que circula por Internet, y que puede ilustrar el daño que causan los evasores de capital y que paso a relatar:
"En un pequeño pueblo de la costa, sus habitantes están sufriendo duramente la crisis económica cuando un millonario llega al hotel de la localidad a pasar unas vacaciones. El millonario pide ver las habitaciones pero antes deja un billete de cien dólares sobre el mostrador de la recepción. Mientras el conserje enseña las habitaciones del hotel al millonario, el dueño del establecimiento coge el billete y corre a pagar su deuda con el carnicero. Nada más cobrar, el carnicero corre a pagar su propia cuenta con el criador de cerdos, y éste, cuando cobra, corre a pagar al que le suministra el pienso. A su vez, ésta sale a pagar lo que le debe a la prostituta local que con el billete de cien dólares va al hotel que utiliza para su trabajo y con el que también tiene una deuda y deja los cien dólares en el mostrador de recepción. En ese momento, el millonario, que ha acabado su inspección del hotel, decide que no le gusta ninguna habitación, coge su billete y se marcha. Nadie ha ganado nada, pero todos han saldado sus deudas. La moraleja es que, cuando el dinero circula, se acaba la crisis".
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