miércoles, 3 de abril de 2019

Eugenesia de la hispanidad


Periódicamente aparecen en la Voz de Galicia artículos firmados bajo el pesudónimo "Doktor Psudónimos" donde suele contar divertidas anécdotas y chascarrillos relacionados con la medicina. El seudónimo esconde a Manuel Sánchez Salorio, médico oftalmólogo. El artículo  titulado "Sobre un loquero enloquecido y algunas cosas más" ( que no aparece en la edición digital ) trata sobre la  Psiquiatría y algunos profesores.

Cuenta el artículo que no se creó una Cátedra en España  hasta 1947.

La Psiquiatría aparecía como un apéndice de la Medicina Legal por la relación del demente con el sistema judicial y por influencia del Doctor Pedro Mata, catedrático de Medicina Legal y creador de un plan de Estudios que arrimaba el ascua a su sardina.  Durante la República, tanto la Institución libre de Enseñanza como el Partido Socialista habían solicitado la creación de una cátedra.  Aunque ya había  candidato, llegó el 36 y la cosa se paró.

La primera Cátedra se le adjudica a Antonio Vallejo-Nájera pertenecía al Cuerpo de Sanidad Militar,  fue nombrado agregado de la embajada de España en Berlín y allí se aficionó a la psiquiatría

Salorio toma comentarios de un libro que escribió  Vallejo Nájera en 1937 titulado Eugenesia de la Hispanidad:

-"El problema racial de España es que hubo demasiados Sanchos Panza (físico redondeado, ventrudo, sensual y autista) y pocos D. Quijotes (casto, austero, sobrio e idealista)". 

"Si la selección negativa que la guerra ejerce sobre los mejores la aumentamos con este amoroso cuidado en los débiles mentales, no cabe duda que así hacemos una eugenesia negativa".

Para mejorar la raza es necesaria "la militarización racial de la escuela, de la universidad, del taller, del café, del teatro y de todos los ambientes sociales".

"A la mujer se le atrofia la inteligencia como las alas a las mariposas de la isla de Kerguelen. Ya que su misión en el mundo no es luchar por la vida sino acunar la descendencia de quien tiene que luchar por ella".

Esto ya no lo cuenta el doctor Salorio en su artículo pero Vallejo Nájera dirigió, en 1938, un estudio sobre los prisioneros de guerra republicanos, para determinar qué malformación llevaba al marxismo.

El 23 de agosto de 1938 Franco autorizó la creación del Gabinete de Investigaciones Psicológicas, cuya finalidad era «investigar las raíces biopsíquicas del marxismo», tal y como le había demandado Vallejo-Nájera, que en aquel entonces era un  ¡prestigioso psiquiatra¡
Así que realizó un estudio con 50 presas republicanas malagueñas, 30 de las cuales se encontraban a la espera de ejecución. 

El estudio de las mujeres, a partir de la premisa de que eran seres degenerados y, por tanto, proclives a la delincuencia marxista, sirvió al psiquiatra para explicar la "criminalidad revolucionaria femenina" en relación con la naturaleza animal de la psique femenina y el "marcado carácter sádico" que se desataba en las hembras cuando las circunstancias políticas les permitían "satisfacer sus apetencias sexuales latentes".

Algunas de las conclusiones del estudio realizado por Vallejo-Nájera son las siguientes:

La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos. La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible.

La inferioridad mental de los partidarios de la igualdad social y política o desafectos: «La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores».

"El imbécil social incluye a esa multitud de seres incultos, torpes, sugestionables, carentes de espontaneidad e iniciativa, que contribuyen a formar parte de la masa gregaria de las gentes anónimas"

La dramática conclusión de sus teorías la expuso en "La locura y la guerra: psicopatología de la guerra española", en el que abogaba por la separación de los hijos de los padres de los marxistas, pues «la segregación de estos sujetos desde la infancia podría liberar a la sociedad de una plaga tan temible». 

Los valores que en España contenían los requisitos indispensables para la salud nacional eran jerárquicos, castrenses y patrióticos. Cualquier valor defendido por la República y la izquierda se consideraba hostil y debía de erradicarse de inmediato.  Reclamaba "una Inquisición modernizada, con otras orientaciones, fines, medios y organización; pero Inquisición". 

Lo que se puede hacer en nombre de una cosa llamada Ciencia y cómo el sistema suele aupar a los más chiflados. El psiquiatra del régimen estaba demenciado. Aún hoy vemos la impronta de sus desvaríos.


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